Prólogo
De mis antepasados heredé la ruta adversa, 
el surco mal abierto que pide clemencia al pasto, 
el incisivo trote de la pezuña en el polvo húmedo, 
la certeza sin el mérito del presentimiento, 
el alma contemplativa e inerte 
que no acude a la hora de su vida 
ni asiste al tiempo de su muerte.
Y he dispuesto en mí 
que esta sangre extraña me conceda un sino: 
el arbusto salvaje que crece al sur del mapa; 
la ronda insensata del cascabel y del colmillo, 
la infame zarzuela que interrumpe la caída de un imperio 
en cuyo centro reinaba el corazón más taciturno.
Y que las figuras de una edad antigua 
vayan contando los minutos de mi suerte, 
y crezca el miedo a mi lado como sombra 
por haber querido llegar a otra parte.
Busco, pues, la remota quietud 
de un intento contiguo al destierro, 
el escenario y la tramoya 
para encarnar las cifras de una pasión.
Este es el relato de una tierra 
y del advenimiento de una tierra. 
Ya estábamos, desde siempre. 
No reparto bienes. Nada tengo. 
Corrijo el curso. Honestamente. 
  
(Un lugar ajeno)
 


 
Home
Índice