II
En un concurso convocado en 1890 por La República
para elegir al poeta más popular, los habitantes de la ciudad
deMéxico coronaron numerosamente a Guillermo Prieto (1818- 1897).
Obtuvo 3,752 votos por 1,912 de Salvador Díaz Mirón y
1,610 de Juan de Dios Peza. En un apartado cuarto lugar Luis G. Urbina
obtuvo 115 y un tal Antonio Zaragoza 100. Pero Prieto no aceptó
la corona y la cedió simbólicamente a José Joaquín
Fernández de Lizardi (1776-1827), nuestro primer gran escritor
de la lucha y la vida independientes. Si se hiciera una votación
parecida en este momento el voto cuantioso y la corona de plata serían
para Jaime Sabines.¿Por qué? Sabines es de los poetas
como José Martí, Pablo Neruda o Iannis Ritsos, que pertenecen
no sólo a la minoría de los otros poetas, de críticos
y profesores universitarios, sino a un pueblo. Sus poemas parecen estar
hechos por todos y ser de todos, incluso aquellos que se ponen guantes
antisépticos a la hora de escribir o los que aspiran a que sus
poemas se correspondan con los ornamentos y las galas de un altar churrigueresco.
Pero el hecho asombroso es que Sabines ha contribuido escasísimamente
a esta popularidad. Como Juan Rulfo, otro gran solitario, no hizo vida
literaria y la vanidad lujosa de poetas y escritores, de valía
o no, le ha sido casi o de hecho insoportable. Sus presentaciones públicas
son raras y siempre se tratan de lecturas de sus poemas, donde es impresionante
confirmar el fervor casi religioso de un público abigarrado y
múltiple que sabe de memoria poemas o versos suyos, que los musita,
los dice en voz alta, los corea, los corazona y los descorazona. No
sé de una sola vez (no estoy enterado) que haya dado una conferencia
o participado en una mesa redonda. Su vida artística pública
ha sido en relación con la poesía, o más preciso,
con su poesía. Como el mismo Rulfo, simple y sencillamente publicó
sus libros y sus lectores innumerables los acabaron deificando.
|