Una oración

Escúchame, Señor: mi cólera
aventaja a la tuya.
Te suplique no pusieras tu puño
      entre los amantes.
Te pedí salvar de plagas a cuantos pudieras.
Te he rogado mes tras mes
no sea la ruina de los justos
el único juguete de tus fines de semana.

Tú vienes del sueño
como cualquiera de nosotros
y tu sonada vocación por la crueldad
no destruirá las canciones antiguas
ni la fe de mis amigos
en tu santidad.
Intenta oírme, Señor:
has pecado mucho.
Es hora de que salgas al balcón
y nos dirijas unas dulces palabras de consuelo.

 
     
 
 


 
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