Díptico de tu muerte
        I
El hijo yace junto a ti, mas no te atreves a tocarlo.  
Es grande, piensas, el peso muerto de su cuerpo,  
y pides, pues dices no saber hacerlo, que te suplan.  
Prefieres ignorar si fue doble fractura 
o contusión del lóbulo frontal izquierdo; 
prefieres ignorar si el calcetín 
realmente corresponde al pie derecho, 
si el pantalón o los zapatos blancos 
o la camisa que tanto te gustaban.
        II
Reconozco otro día 
en la costumbre de peinarme, 
de abrir ventanas,  
de andar sumisa a la cocina; 
lo toco en esta indiferencia 
de las cosas ajenas a su sitio; 
lo veo en el tamaño de la casa: 
habrá que reparar su geometría, 
restar medidas a la superficie 
hasta sacar de muros y rincones 
el polvo denso de tu voz.
 
(Singladuras)
 
 


 
Casa en el horizonte 
 
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